Henry Timi, un estilo radical

Justo ahora estás en la región de Le Marche, donde tu Manifattura. ¿Qué es, exactamente? 

Manifattura es un lugar icónico dentro del mundo de HENRYTIMI, al que he dedicado una pasión inmensa durante los últimos años. Desde el punto de vista arquitectónico, es un contenedor esencial, puro y mínimo. Dentro alberga la tienda de ebanistería artística, el taller de mármol, el espacio metalúrgico y las salas para los distintos tratamientos, pintura y secado, así como diversas bibliotecas de materiales. Aquí es donde transformamos la madera natural, la piedra, los metales, la arcilla y los tejidos en lo que yo llamo obras de arte funcionales. También hay una galería donde exhibimos prototipos y obras en línea con mis galerías de Milán y Roma. Me gusta pensar en la Manifattura como un espacio de reunión y bienestar, rodeado por la naturaleza. Cerca también se encuentra el establo con mis caballos, otra de mis grandes pasiones.

Elegiste llamar tu espacio «Manifattura» —manufactura en italiano—, un concepto que evoca la maestría artesana tangible de antaño. ¿Qué importancia tiene el toque humano en tu proceso creativo? 

Manifattura es mi corazón latiente, el motor que impulsa mi arte. Representa el lado tangible y, al mismo tiempo, es lo que me entusiasma. Elegí este nombre precisamente para enfatizar el acto de la creación, una creación que se hace con las manos, el cerebro y el corazón. Creo que es esencial darles a nuestras manos material para que lo trabajen, enseñarles oficios ancestrales que se han perdido, como la ebanistería, el tallado de mármol, la metalurgia o la sastrería. Manifattura también nació con esta misión.

Manifattura tiene su sede en la región de Le Marche, porque es tu tierra natal. ¿Alguna vez has reflexionado sobre cómo ha influido este lugar en tu visión del mundo y el diseño? 

Sí, y cada vez más. Este paisaje, sus antiguos pueblos, el mar y las montañas han tenido una importante influencia en mí. También creo que, para nosotros, la naturaleza es una fuente inagotable de inspiración y belleza. Y en este sentido, la región de Le Marche es un lugar maravilloso, como toda Italia, por supuesto.

Parece que estás muy conectado con tu tierra natal.

Sí, aquí nací y aquí sigue viviendo mi familia. Corridonia es un lugar que me da mucha paz y serenidad, por lo que hace unos años decidí establecer mi Manifattura aquí, para poderlo hacer todo en esta localidad histórica de interior, entre el Mar Adriático y los Montes Sibilinos. También es una manera de darle valor a la tierra y la gente de esta región, ya que en mi proyecto trabajo con artesanos locales. Pasé muchos años fuera, construyendo mi marca y desarrollando mi carrera en Milán, y por lo conectado que me siento a la ciudad, decidí fundar aquí el corazón y el alma de HENRYTIMI.

¿Qué es HENRYTIMI? ¿Cómo y dónde surgió este proyecto? 

Nació en 2011 con la inauguración de la galería en Milán y con la idea de crear obras de arte funcionales que fuesen más allá del diseño industrial y de las tendencias, de manera que dejaran una huella permanente. Al principio fue complicado explicar y conseguir que la gente entendiera lo que estaba haciendo, que no era más que trabajar con formas esenciales, materiales naturales o sin tratamiento alguno, a veces como materia prima y, aparentemente, inacabados. Ha sido un crecimiento incesante, y hoy, con referencias en todo el mundo, estamos muy orgullosos de este proyecto. Hemos creado una línea estilística que no existía: el concepto del interior artístico. Si contemplas la colección íntegra —asientos, muebles tapizados, cocinas, baños, accesorios— puedes ver el trayecto que hemos recorrido. ¿Extremo? Puede ser. Pero es auténtico y consistente. Y el mercado reconoce este hecho, lo sigue y lo respeta.

Es interesante que te consideres ajeno al mundo del diseño y, sin embargo, goces de un profundo respeto. ¿Cómo has construido esta posición exclusiva y cómo mantienes ese equilibrio? 

Siempre me he dicho —y me lo recuerdo a diario— que para crear algo que deje una huella imborrable y que sea auténtico, hace falta pasión y determinación. Tienes que hacer algunos sacrificios, estudiar, trabajar duro y tener una buena dosis de paciencia. Nuestro movimiento estilístico se reconoce claramente, lo cual se debe, precisamente, a que se basa en la pasión, la determinación y el sacrificio, y lo más importante, en la consistencia y en una misión singular: dejar huella cultivando la belleza cada día y creando algo inesperado. Con frecuencia pienso que en muchos ámbitos del «Made in Italy» y de la excelencia italiana, todo tiene el mismo aspecto aburrido. Yo estoy fuera del sistema, y aun así soy parte de él, porque no me gusta el aburrimiento. Me encanta crear cosas bellas con autenticidad, y eso es lo que intento transmitir. Quiero inspirar, influir en la gente, y por encima de todo, transformar a quienes realmente puedan entender este idioma estilístico y funcional.

Tus salas de exposiciones también son únicas, son galerías de arte que reflejan tu filosofía. ¿En qué te has inspirado para crearlas? 

Ciertamente, son auténticas galerías de arte. Yo las llamo «galerías de arte funcional». He usado este concepto durante mucho tiempo y he borrado el término «sala de exposiciones» de mi vocabulario. En estas galerías resaltamos los oficios artesanos de antaño y presentamos piezas acabadas que pueden, simplemente, admirarse o también usarse, que es lo más importante. Abrimos la primera galería en Milán, en el Foro Bonaparte en Brera, y hace unos años también decidimos inaugurar otra en la Via Margutta, en Roma, la ciudad más bonita del mundo, que se presta de maravilla a expresar nuestra visión.

Tus piezas son tangibles y están profundamente conectadas con las materias primas. ¿Cuál es la que más resuena contigo? 

No sabría decirlo... No puedo elegir entre la madera y la piedra. Mi historia es una fusión de ambas, con el añadido de los metales. Madera, piedra, metales. Piedra, madera, metales. Metales, madera, piedra. No lo sé. Lo que sí sé es que mi proyecto trata sobre la mezcla de estas tres materias primas, manteniéndolas siempre monocromáticas o tono sobre tono, y siempre de acuerdo con mi principio fundamental: la elegancia.