La reforestación es uno de los métodos más eficaces de los que disponemos actualmente para eliminar el CO2 de la atmósfera. Por consiguiente, V-ZUG ha decidido colaborar con la Ripa Gar Foundation en un proyecto de forestación a gran escala en Glen Lochay, con el afán de reinsuflar vida al vetusto bosque caledonio, que una vez cubrió la región.
El bosque es parte de un proyecto de resilvestración a largo plazo que trae consigo varias ventajas indirectas, como el aumento de la biodiversidad. Este bosque autóctono, formado por una amalgama de abedules, pinos, robles y otras especies aborígenes, se extiende por una superficie equivalente a unos setecientos campos de fútbol. Unas dimensiones que habría sido difícil conseguir en Suiza.
«Sabedores del escepticismo que suscitan los proyectos de reforestación, decidimos articularlo de un modo diferente», señala Marcel Niederberger, jefe de sostenibilidad de V-ZUG. «El bosque está físicamente allí; cualquiera puede ir, tocar los árboles y ver cómo están creciendo».
El dinero invertido en el bosque proviene de un impuesto interno voluntario sobre el carbono, calculado cada año en proporción a las emisiones de la empresa (equivalente a 120 francos suizos por cada tonelada de CO2). Desde finales del año pasado, los clientes de V-ZUG también pueden aportar su granito de arena a V-Forest, compensando las emisiones procedentes de la energía que se emplea para alimentar sus electrodomésticos.
Gracias al bosque, V-ZUG ha logrado la carboneutralidad. Sin embargo, la compensación es solo un aspecto de nuestra estrategia global. Se han puesto en marcha proyectos de movilidad eléctrica, métodos de producción sostenibles y fuentes de energía verde vanguardistas para disminuir las emisiones de la empresa en un 80 % para el 2030 y eliminarlas por completo en un futuro próximo. Mientras tanto, los árboles siguen creciendo.