En el estudio con Elisa Ossino

Un retrato de Elisa Ossino en su estudio, a caballo entre dos ciudades: la Milán de las ferias comerciales del siglo XX y la contemporánea, dominada por los nuevos rascacielos City Life. Entre estratificaciones arquitectónicas y contaminaciones culturales.

¿Cuándo empezó su carrera?

Abrí el estudio en 2006, pero empecé mucho antes. Nada más terminar la carrera trabajé en la Facultad de Arquitectura del Politécnico, en un laboratorio multimedia donde investigábamos y experimentábamos con formas de comunicarse utilizando diferentes idiomas. Lo más interesante es que invitábamos a artistas, filósofos, personalidades del mundo literario... Aprendí mucho con este enfoque multidisciplinar y me gusta considerarlo el comienzo de mi carrera.

¿Ha influido este enfoque también en su práctica laboral?

Absolutamente. Ha marcado mucho mi forma de trabajar. Por ejemplo, en mi estudio actual hay diseñadores que trabajan en proyectos de interiores, gente que proviene de academias de bellas artes que trabajan en el aspecto visual, pero también personas que escriben, que tienen formación en humanidades. Este enfoque multidisciplinar es extremadamente importante para mí, porque me centro mucho en el lado conceptual de mis proyectos y una narrativa en profundidad y la comunicación son parte integral de ese proceso.

¿Busca la inspiración con el mismo enfoque multidisciplinar?  

Sí. Una de mis principales fuentes de inspiración es el arte, un mundo que me gusta especialmente. Pero creo que para hacer este trabajo es fundamental que prestes gran atención a todo lo que te rodea, a todos los elementos que componen el tiempo en el que vivimos. Leer un libro, ir a un concierto para ver cómo evoluciona la música, ver exposiciones y espectáculos de teatro. Toda esta simbología te da una visión, un bagaje cultural que luego trasladas a tus proyectos de una manera muy instintiva.

¿Hay algo que haya llamado su atención últimamente?

Un libro que acabo de empezar a leer, Inclusiones: Estética del Capitaloceno, de Nicolas Bourriaud [2022, ed.]. Habla de la importancia del arte en la sociedad contemporánea, argumentando que en el futuro necesitaremos cada vez más figuras pertenecientes a mundos diferentes y con visiones que converjan en la construcción de los escenarios posibles.  Hasta ahora hemos razonado demasiado sobre la base de compartimentos estancos, especializándonos hasta el punto de impedirnos tener una visión profunda de la realidad.

Quizás porque cuando las lenguas se especializan demasiado se pudren... 

Exactamente, se vuelven estériles, se repiten, porque no hay intercambio, que es lo que trae el enriquecimiento cultural. Hay algo que siempre intento hacer: colaborar en cada proyecto con un escritor que pueda aportar cierto contenido intelectual, un artista que pueda contribuir con una pieza de arte, un experto en materiales... Por no hablar de todo el mundo de la interactividad y de la tecnología digital. El mundo es cada vez más complejo y al crear una sinergia entre los diferentes sectores del conocimiento, se obtienen proyectos mucho más interesantes.

ELISA OSSINO Arquitecta, diseñadora y directora de arte con raíces sicilianas, Elisa Ossino fundó su estudio homónimo en 2006. Su trabajo, reconocido mundialmente, tiene un fuerte componente interdisciplinario. Arquitectura, arte, diseño y performance convergen en una visión coherente, donde los objetos tienen peso compositivo en el espacio y significado simbólico al mismo tiempo.

Esto se parece a lo que pasó con Officina Temporanea, uno de sus proyectos personales. ¿Qué importancia tienen estos momentos de investigación libre para su creatividad? 

Yo diría que son fundamentales, son momentos de pura investigación. Fundé Officina Temporanea en 2010 con otros dos curadores. La idea era realizar un estudio en profundidad de la realidad social y cultural, dividido en capítulos, para lo que sugeríamos un tema e invitábamos a artistas y diseñadores a discutir sobre él. Volvemos a lo que decía antes: me interesa mucho esta visión pluralista, esta visión del mismo tema desde diferentes perspectivas. Por ejemplo, el primer capítulo de este experimento se llamó «Erasure» («Borrado»): artistas callejeros y grupos de rap pintaban una serie de símbolos en una pared, como el de la energía atómica, y luego los borraban. Otros artistas hicieron una performance para invitar a la reflexión sobre la eliminación del dinero: hicieron billetes falsos, los lanzaron al aire y finalmente los barrieron. Otros hablaron del borrado de la historia. Así surgió una serie de interpretaciones del mismo tema que dio lugar a una comprensión multifacética del mismo, de acuerdo con las experiencias, la cultura y el lugar de origen de la gente. Naturalmente, esta investigación personal influye también en mi trabajo profesional, es tremendamente enriquecedor. También es una oportunidad para mí trabajar con muchos artistas y explorar temas con ellos que siempre han sido parte de mi investigación personal, desde mi primer trabajo en el laboratorio multimedia del Politécnico. Allí conocí gente increíble, como Derrick De Kerkhove, un sociólogo del Instituto McLuhan. Y a muchos más.

La performance es un tema recurrente, tanto en su propia investigación como en su trabajo como escenógrafa. 

Sí, así es. Me gusta el elemento de transformación de la realidad, porque a veces la realidad tal y como es puede ser extremadamente aburrida. También en los interiores trabajo en la búsqueda de la abstracción.

Hablando de interiores, su estudio está en este hermoso edificio de 1930, en un barrio más que contemporáneo de la ciudad, puede ver los rascacielos desde su ventana. ¿Por qué lo eligió, qué fue lo que le atrajo de él? 

En realidad, llegué antes de que se construyeran los rascacielos, hace muchos años. Elegí esta zona porque, de alguna manera, me parecía metafísica. Piazza Giulio Cesare, con esta gran fuente en el centro, parece casi una pieza arqueológica del pasado. También era un barrio mal comunicado, parecía que estabas fuera de la ciudad, en una zona suspendida en el tiempo. Es una dimensión que busco con frecuencia, tanto en los espacios de mi vida privada como en mis proyectos.

«Me gusta el elemento de transformación de la realidad, porque a veces la realidad tal y como es puede ser extremadamente aburrida. También en los interiores trabajo en la búsqueda de la abstracción».

¿Los rascacielos le arruinaron esa atmósfera? 

En cierto modo sí, pero también es cierto que aportaron un aspecto realmente interesante de contemporaneidad. Me alegra que ocurriera justo aquí, que estas dos realidades se unan y coexistan. Milán, e Italia en general, prácticamente se paralizó en términos de arquitectura el siglo pasado, hubo un largo período de estancamiento total. Ver surgir nuevos edificios, diseñados por importantes arquitectos, es realmente interesante, porque la ciudad necesita evolucionar.

¿Cómo se le ocurrieron los interiores de su estudio? 

Es un espacio extremadamente simple. Hay mucho blanco, mucha luz y pocos objetos, porque para trabajar necesito estar en un espacio vacío, una especie de lienzo en blanco que me permita imaginar otros espacios, dejar que mis pensamientos fluyan.

¿Puede ser también que así es más fácil llenarlo con los proyectos en los que está trabajando en un momento dado? 

Sí, y luego lo vacío todo y lo vuelvo a llenar. Es una manera de mantener la mente abierta, receptiva al cambio. Al evitar personalizar demasiado un espacio, te mantienes abierto a la transformación.

¿Hace lo mismo en casa?  

Sí, claro que sí.

Después de estos últimos dos años, ¿cree que sigue siendo importante tener un espacio dedicado exclusivamente al trabajo?

Me gusta mucho tener un espacio para trabajar, pero creo que el futuro ha tomado otra dirección. En el sentido de que los lugares de trabajo y los lugares de la vida personal se mezclan cada vez más. Ya está sucediendo, es una necesidad que nosotros como diseñadores tenemos que tener en cuenta. En lo que a mí respecta, me gusta mucho tener un lugar en el que trabajar porque es un lugar de encuentro. Sí, se puede trabajar a distancia, pero me alegro mucho, por ejemplo, de que haya venido hoy aquí, en lugar de enviarme una entrevista a la que podría haber respondido igualmente por correo electrónico. No habría sido lo mismo, porque ahora estamos reunidos, nos miramos a los ojos y vamos creando un proceso de pensamiento, hay un ser inteligente sentado frente a ti. Y por otro lado, creo que podríamos trabajar de una manera mucho más inteligente, evitando los desplazamientos excesivos, volar de un lado a otro como acostumbrábamos a hacer... Desde luego, no me imagino viviendo así en el futuro. De hecho, creo que tendremos que tener cuidado y obligarnos a no hacerlo, porque es fácil tomar un vuelo de bajo coste, pero también causa un gran daño al medio ambiente.

«Llama mucho mi atención este matiz de la simplicidad y la complejidad coexistiendo en un mismo objeto. Por ejemplo, V-ZUG basa toda su tecnología en torno al vapor, al agua, que, si lo piensas bien, son los cimientos del universo, de la vida».

Como ocurre con muchas cosas que parecen democráticas al principio, pero luego...  

Exactamente, es un espejismo. Está la otra cara de la moneda, que tiene un precio enorme.

Hablaba de que ha diseñado su casa como su estudio.

Sí. Lo que hago con los espacios es intentar crear una especie de caja vacía y después introducir en ella algunos signos. Me gusta hacer desaparecer todos los objetos funcionales, esconderlos lo máximo posible. Y después, produzco signos para crear un ambiente en esta caja que es, en cierto modo, abstracta. Por ejemplo, para mi casa, hice una plantilla con frases que quería recordar y las pinté en el punto de intersección entre las superficies verticales y las horizontales. Intento diseñar interiores que sean como cuadros tridimensionales. Me gusta utilizar el espacio como si fuera un lienzo.

Imagino que todos los electrodomésticos de tu cocina están ocultos, ya que son elementos funcionales.  

Depende. Hay electrodomésticos, como los de V-ZUG, que me parecen muy interesantes. Tienen esa característica, similar a mi forma de trabajar, de simplificar el proyecto al máximo y ocultar todos los elementos funcionales, como todos los controles, que solían estar a la vista en la puerta del horno y que ahora han desaparecido. Es un enfoque de diseño que me parece realmente inteligente. Es extraordinario que un objeto tan sofisticado se esconda detrás de una interfaz tan sencilla. Llama mucho mi atención este matiz de la simplicidad y la complejidad coexistiendo en un mismo objeto, incluso desde el punto de vista tecnológico, ya que toda su tecnología se construye en torno al vapor, al agua, que, si lo piensas bien, son los cimientos del universo, de la vida.

Sí, y no es casualidad que esta tecnología haya nacido en Suiza, un país rico en recursos hídricos y sensibilizado con los problemas medioambientales. Es como si estuviera escrito en su ADN. ¿A usted le pasa lo mismo? ¿Siente que el hecho de ser siciliana influye en su trabajo? 

Absolutamente. Sicilia aparece con frecuencia en mis proyectos, a veces de forma oculta, en el sentido de que quizá no es tan evidente para quienes no la conocen bien. Sicilia es mi bagaje cultural, me ha moldeado, influye en mi imaginación y, por tanto, está muy presente en mis proyectos, empezando por los patrones con influencias árabes que utilizo o por esa idea de majestuosidad, que viene de los templos griegos. Cuando era pequeña me pasaba horas observándolos. Pero también pienso en mis trabajos con mármol: he utilizado mucha marquetería porque la veía en Sicilia cuando era pequeña. Son recuerdos que resurgen y se traducen en visiones contemporáneas.

¿Es posible que, a un nivel más profundo, el tema de la confluencia entre diferentes cosas, que tan a menudo aparece en su obra, esté también relacionado con Sicilia? 

Tiene razón, podría ser. Es la estratificación cultural que ha dado forma a mi imaginación desde que era pequeña y se ha convertido en mi equipaje de experiencias.